Y llega un nuevo año

Y llega un nuevo año

Cualquier día es bueno o malo para mirar atrás. A mí no me gusta hacerlo el 31 de diciembre. Personalmente yo vivo otro momento a lo largo del año que me encoge el corazón con la intensidad que supone resumir 365 días de vida cada año.

Sin embargo, no resulta lógico. Parece que solo hoy es necesario hacer balance, aunque el resultado dependerá del estado de ánimo en el momento de enfrentarte a un papel en blanco para expresar tus emociones por el cierre en el calendario de un año más. Un año que, como todos, se lleva alegrías y tristezas, quereres y ausencias, momentos y rachas, miedos y osadías, éxitos y riquisimas experiencias.

A veces son emociones que no sabes decir. Otras son acciones que no tienes fuerzas para afrontar. Y las hay que son gestos que se convierten en proezas que te generan esa alegría interior que no necesitas decir ni razonar porque llegan con la fuerza de la luz de sol o el hechizo de un rayo de luna.

En definitiva, muchos sentimientos que escondes detrás de palabras no verbalizadas y momentos que seguirás simplemente soñando....también en el año 2020.

Aunque la llegada de un nuevo año siempre te ofrece la posibilidad de dejar la puerta entreabierta para elegir entre llenar de arena los ojos o vivir pasiones incontroladas; aburrirse de obedecerte o buscar mil y una formas de olvidar; viajar libre o llevada por el viento; caer en tentaciones o disipar ansiedades y abrir nuevos horizontes; caminar entre recovecos con pisada firme o dejarse marchar, pero siempre aprendiendo a vivir sin querer adivinar el porvenir puesto que….solo “se hace camino al andar”

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