Día 7 del #Desconfinamiento #Fase1

En unas horitas toda España habrá salido del 0 post-covid. Toda la sociedad estará en esa fase de “desconcierto”.

Antes de ello, decimos adiós al primer finde del camino hacia la “nueva normalidad” (uff!! mira que me cuesta utilizar esta extraña expresión que recuerdo, ha acuñado la OMS). Dos días que personalmente han estado marcados por una apatía que no sé si responde al cansancio mental por la coyuntura, a ese desasosiego por seguir con el teletrabajo, a la migraña con que he iniciado ambas jornadas y su consecuente aturdimiento cuando mengua el dolor, a ese cúmulo de circunstancias que suceden a tu alrededor y que me resulta inevitable asumir como si fuera en primera persona, a las punzadas generadas por las ausencias de momentos, vivencias, personas o, tal vez, a esa excesiva relajación que te perturba el estar tumbada bajo el sol –desde la terraza pero ya con bikini- (dicen que “la playa cansa”, pero a veces ese “cansancio” es solo la reacción corporal o química que te provoca pasar del estrés mental a la enajenación en solo unos minutos). Sinceramente no acierto a sentir ni a verbalizar, pero no me he sentido muy bien este fin de semana de mayo.

Todos tenemos derecho a tener un día malo, ¿no?; aunque deberíamos, al menos, saber describir las razones, simplemente para no reincidir en un estado que nos desasosiega.

Sin embargo, yo después de estos dos últimos días, no hallo motivos claros. Quizás me abruma precisamente no saber discernir si esta alteración es el recelo por salir de esta jaula de oro o la intimidación por la incertidumbre ante la necesidad de recuperar una mayor sociabilidad con compañeros de profesión, familia, amistades…

No obstante, como de nada vale esperar solo que el día amanezca y el sol se esconda, he intentado ocupar el lento pasar de las horas y he aprovechado las opciones que hasta el momento internet nos sigue ofreciendo y que no sé si con la llegada de la nueva etapa desaparecerá la accesibilidad que nos ha permitido el mundo digital trasladarnos y vivir otras experiencias.

Estos días he paseado por Pompeya (recomiendo la visita en este enlace https://youtu.be/gaJPcKLyXLQ9 ) o he vivido un concierto acústico desde su estudio de Dani Martín (Instagram sábado tarde). Hace un ratito he visto la ópera Aída de Verdi gratis, en una opción que ofrecía (y he conocido a través de twitter) el Teatro Colón de Argentina para celebrar su 112 aniversario. He visitado desde mi sofá el Museo Frida Kahlo de México (también recomendable visita internauta) y he acabado la lectura del último premio Planeta, Terra Alta de Javier Cercas, un libro que, por cierto, me ha defraudado un poco, he leído mejores “Planetas” y en este confinamiento también me han entretenido más otras lecturas como la novela leído justo anterior a esta, La ciudad de la Lluvia de Alfonso del Rio (al acabar en esta pantalla, toca iniciar nueva lectura, escudriñaré en mi biblioteca digital o revisaré las últimas recomendaciones).

No pretendo mostrar un egocentrismo exponiendo aquí su actividad para exhibirse como una “Intelectual” enfermiza. Nada más alejado de ello porque también he hecho ejercicio básico en casa (solo he salido un ratito el sábado pero lo justo, había demasiada gente. Hay demasiada gente), he visto un par de películas de esas moñas que “solo” te entretienen, he leído artículos de prensa dominical que son auténticos bodrios periodísticos de esos que solo se publican domingo y otras buenas opciones, como la entrevista a Ana Belén en EL PAIS (https://smoda.elpais.com/placeres/ana-belen-somos-tan-burros-que-no-se-si-saldremos-mejores/?ssm=TW_CC) o el artículo que firma J. Llamazares y simplemente incluyo aquí, porque valorar su contenido creo que va en la conciencia de cada cual y requiere un momento que personalmente hoy prefiero reservar para mi intimidad).

Además, he matado el tiempo pasando un rato con un partido de fútbol, sí de la Bundesliga (de esos que emocionalmente no te implica absolutamente nada y cuya visión solo sirve para habituarse a eso que van a seguir llamando fútbol; aunque con gradas vacías, este balompié pierda mucho de su esencia como deporte pasional e irracional) y otra de esas “viejas” retransmisiones deportivas que solo tienen valor para rememorar las sensaciones de tiempos pasados.

E incluso, he consumido bastante tiempo haciendo NADA. Simplemente mirando el horizonte con la mente invadida por las musarañas o cerrando los ojos bajo el sol sin enfrentar cavilaciones con abstracciones contemplando la lenta inercia con que pasan las horas algunos días.

En definitiva, he intentado ocuparme para no preocuparme por todas esas tribulaciones que son simplemente especulaciones y solo conllevan una pérdida de la opción de saborear el hoy, aunque estos días hayan estado conquistados por sensaciones que no podemos adjetivar como óptimas.

Mañana será otro día, incluso al apagar esta pantalla cerraré (espero) esta minifase migrañosa (habitualmente duran un par de jornadas y ahora parece minimizada), me adentraré en alguna novelesca nueva historia y nos enfrentaremos a una nueva semana de remontada….al fin y al cabo, nada es eterno y hasta las pesadillas acaban pereciendo.

Volver