El Dolor de las Ausencias

El silencio hiere pero la ausencia mata. Como escribe Alberto Espinosa, lo que duele no es perder a quien has querido sino perder a quien sientes que te ha querido.

El peligro de enamorarse es que, casi inevitablemente, llegará el día en que te desenamores. El peligro de querer a algo o a alguien es que nunca, jamás, dejas de quererlo.

La vida te da pero no, no es la vida la que te quita. Es demasiado fácil recurrir al victimismo para culpabilizar a la vida  de robarnos lo que ella misma nos ha regalado. No, la vida no lo quita. Son las  circunstancias, la distancia, el tiempo, pero sobre todo nuestras decisiones, nuestros sentimientos, nuestros gestos y nuestras  palabras los principales culpables de arrebatarnos  aquello que más queremos.

Es decir, la vida te da y tú te quitas, nosotros nos quitamos.

A veces construyes poco a poco muros,  otras veces se alzan de forma inesperada e inevitable, porque tú has contribuido, tal vez inconscientemente, a su construcción, pero….. al otro lado de la muralla hace tanto frio.

En unos primeros instantes la fuerza del calor recibido te mantenía en temperatura óptima, todos hemos vivido momentos de euforia donde nos hemos agarrado con fuerza a un reducido número de personas o cosas sin prever que podría llegar el frío y necesitarías cobijo. Y el invierno llega, y la tormenta aparece aunque no quieras.

Cuando la oscuridad envuelve todo el entorno, solo las luces que emiten aquellos que han decidido permanecer a tu alrededor  te ofrecen la fuerza para surcar las tinieblas en busca de rayos de esperanza.

Son esos amigos, que la vida te ha regalado, y que, a pesar de la altura de la muralla que nos separa, con la llegada del frío deciden regar las semillas que entre resquicio y resquicio germinaste un día y entonces florecen los frutos con una fuerza capaz de hacer volar en pedazos todos los cimientos que crearon tantas barreras.

Salen al rescate y abrigan tu frio con ese abrazo, gesto o palabra que solo ofrece quien de verdad te quiere.

Sin embargo, cuando la vida te lleva a una época de invierno también hay personas que no se prestan al esfuerzo de derribar tabiques e incluso hay quien decide aprovechar la coyuntura para construir tapias inquebrantables que las protejan a ellas del frío. Y entonces, de forma inesperada y con sigilo se alejan.

No deben decepcionarnos esas actitudes, nunca nadie actúa para decepcionarnos, aquí también somos nosotros los únicos culpables de llorar esas ausencias, o acaso ¿no somos nosotros los que creamos las expectativas respecto a los demás?, cada uno da lo que quiere y puede, lo que nosotros esperamos de cada uno solo es problema nuestro.

Aunque algunas murallas, por imprevistas, hieren el corazón y resquebrajan el alma cuando todo parece silencio, ausencia, vacio y soledad…y tienes miedo y frio y necesitas tanto y tanto el abrigo y el amparo del abrazo que es un guiño para despertar de la pesadilla bajo un cielo de estrellas.

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